La Perdida y Proscrito, dos nombre que apuntan maneras y que describen la filosofía de Nacho González, viñerón en Larouco (Ourense), un pueblo del interior, cerca de la frontera con León. Nacho es un hombre que interpreta la viña y el vino con el recuerdo siempre presente de su abuela, una mujer gallega, que tenía unas manos en las que se reflejaba todo el trabajo y la dureza del campo.
Proscrito 2015
Ésta es la historia de dos uvas, que reflejan la realidad de un territorio y la inquietud de uno de sus paisanos.
Una historia que estuvo a punto de acabar tirada por el desagüe, pero que gracias a la paciencia y a la confianza de esa unión, podemos disfrutar de 290 botellas proscritas.
Copio el texto íntegro que ha escrito Nacho González en la contra etiqueta.
Proscrito nació de la unión de dos uvas malditas, palomino y garnacha tintorera. La parcela de Campo Santo, en el núcleo de Larouco, representa lo que fue la realidad de un territorio, que la administración se empeñó en hacer progresar a base de eliminar plantaciones de cepas centenarias, pero de variedades “poco” comerciales, para sustituirlas por mares de alambre que sustentan a los monocultivos de godello y mencía. Proscrito quiere representar un corte de manga de los que pensamos diferente. Palomino y tintorera fermentando juntas, como juntas conviven desde hace décadas en la viña, en barricas usadas de 225l. de roble francés sin adición de sulfuroso, fermentado con sus propias levaduras y sin realizar filtración ni clarificación.