¡Ya se jodió la marrana!

Abril de 1939, la guerra civil española llega a su fin.

Tres largos años de guerra entre familias, hermanos y vecinos. Se vivió la muerte, el hambre, la pobreza, el miedo y la soledad.

La guerra terminó, pero el odio y los recelos, siguieron vivos durante muchos años, llegando incluso hasta nuestros tiempos.

Las secuelas de ésta guerra absurda entre hermanos, siguen en el recuerdo de muchos, sobre todo en la gente mayor y en los pueblos, dónde la lucha fue entre vecinos de toda la vida que vivían puerta con puerta.

Vía de tren abandonada

Vía de tren abandonada a la altura de Roa.

“Es tal la huella que ha dejado la guerra civil que, según me dice un anciano vecino de Moradillo de Roa, nosotros somos buena gente entre nosotros y colaboramos juntos en todo porque aquí, no se mató a nadie. Antes que delatar a un vecino, fuera del bando que fuera, le acogíamos y escondíamos para que no le fusilaran”, me cuenta Nacho Rincón, concejal de cultura del ayuntamiento de Moradillo e impulsor de la recuperación de los lagares y bodegas subterráneas de El Cotarro.

Ésta es una muy buena reflexión para empezar una conversación que ha durado más de 24 horas.

La Ribera del Duero es una zona vinícola que no necesita presentación. Es mundialmente conocida. La gente en los bares pide vino por su nombre, sin saber en la mayoría de los casos, ni dónde está exactamente, ni qué uva es, ni cuál es la historia de la zona, ni mucho menos, la realidad actual, dramática desde mi punto de vista, por la homogenización, maderización, marquismo, exceso de batas blancas y contenedores de vino sobre ruedas. En fin, que se han olvidado ya del viticultor.

El supuesto “estilo tradicional” de los vinos de Ribera, es una tremenda losa para aquellos que quieren expresar una Ribera diferente. Es tan sumamente potente la marca, que prácticamente nadie se atreve a mostrar lo que de verdad puede dar ésta tierra y su gente. Por suerte, y gracias a su invitación para pasar mi documental Fermentación Espontánea, he conocido un proyecto tremendamente único y diferente en la Ribera del Duero, y me atrevería a decir, en todo el país.

Bodegas El CotarroMoradillo de Roa es un pequeño pueblo de la provincia de Burgos, cuenta con 145 habitantes y 157 bodegas, casi todas ellas, excavadas en la tierra de arcilla y caliza en el cerro llamado El Cotarro, coronado en su punto más alto, por la iglesia y el cementerio.

Hasta mediados de los 40, el vino era un alimento imprescindible para todas las familias. Todos tenían su majuelo y elaboraban el vino en los lagares de piedra situados en la parte baja del pueblo. Prensaban y cargaban a sus espaldas las *pellejas llenas de mosto, para subirlo al Cotarro, bajar los más de 15 metros de profundidad de las bodegas y dejar que fermentara en las botas de 1.200l que habían construido y montado allí mismo.

El Cotarro1

Era una tarea en la que se implicaba todo el pueblo. Las bodegas, compartidas por varios propietarios, estaban comunicadas entre ellas, orientadas a cara norte para aprovechar el Cierzo (viento frío del norte) y crear así una corriente de aire que eliminaba el anhídrido carbónico producido por la fermentación y a la vez, mantenía la temperatura fresca y constante todo el año.

Toda ésta tradición de la vida cotidiana de un pueblo, se perdió. La gente se fue a las ciudades a buscarse un futuro mejor, se abandonaron muchas viñas y, el lagar y las bodegas, quedaron en el olvido. La falta de mantenimiento y sobre todo, las filtraciones de agua, han hecho el resto. De los lagares en el centro del pueblo, queda muy poco, y muchas bodegas están tapiadas por derrumbes, haciéndolas impracticables e inseguras.

El valor histórico y vitivinícola, es incalculable. En Moradillo de Roa, han visto que en ese lugar en el que jugaban de pequeños, está la solución para devolver la vida, el recuerdo y el orgullo a todo un pueblo. Las dos personas que han tirado adelante el proyecto y que están involucrando a todos son, Nacho Rincón y Javier Arroyo, regidor y alcalde respectivamente.

Bodegas

Registro gráfico de las bodegas subterráneas

Volviendo a la reflexión del inicio, entiendo que todo el pueblo se haya volcado en el proyecto propuesto por Nacho, al que se le ilumina la cara cuando explica todo lo que ya han hecho, que no es poco, y lo que quieren conseguir, que no es fácil. Su principal idea –¡hay que tener en cuenta que tiene muchas!- es restaurar algunas bodegas y hacerlas visitables, recuperar la memoria rural y elaborar un vino de pueblo con finalidad enoturística. Éste año, han sacado ya a la venta su primer vino de pueblo “El Cotarro 2016”, unas cinco mil botellas de vino blanco elaborado con albillo mayor, prensado en el lagar El Tercio (ver vídeo al final del post), datado en 1736 y recuperado por su propietario Don Alfredo en 2012 , y criado en la bodega de Las Ánimas. El viñerón de Peñafiel, Alfredo Maestro Tejero -productor de vino natural del que hablo en mi libro Raíces del vino natural (Sd. Edicions)-, ha sido el maestro de orquesta de toda la elaboración, embotellado y ayuda en la distribución. Como no podía ser de otra forma, el vino se ha hecho de manera totalmente natural, artesanal y tradicional. En la página de Moradillo de Roa hay muchísima información gráfica para ver la que liaron ese día.

La recaudación de la venta del vino El Cotarro, irá íntegramente destinada a seguir con el trabajo de recuperación de las bodegas y de todo el patrimonio de Moradillo de Roa.

Y ahora, el por qué del título de éste artículo, además del de querer llamar la atención.

Pues bien, éstos días me he enterado de dónde viene la expresión “se jodió la marrana”. Una de las piezas más importantes del lagar antiguo, es el castillo, una serie de vigas cortas de madera apiladas unas sobre otras, en las que se iba introduciendo la pasta (uvas y raspón) para prensar. El primer trozo de madera, en la que se apoya la viga grande de la prensa y por tanto, la que más sufre la presión, se le llama la marrana. Creo que ya no hace falta que escriba lo que decía la gente cuando se rompía.

Nacho play

Nacho Rincón nos enseña la marrana y cómo funciona un lagar

Poder compartir mi trabajo, me está dando la oportunidad de conocer y de aprender de personas increíbles que se cruzan en mi camino y a las que les estoy tremendamente agradecida. La gente de Moradillo de Roa es estupenda, el pueblo, los lagares, las bodegas, el paisaje… es impresionantemente bonito, además “El Cotarro 2016” está buenísimo. Pero cuidado, que si te invitan a merendar, lo que en realidad están diciendo es: “vamos a tomar unos vinos y a comer unas costillitas de cordero lechal hechas al sarmiento, allí en las bodegas de El Cotarro. Clara, a eso de las 23:00h, ¿te va bien merendar?”.

*Pelleja: recipiente hecho con piel generalmente de cabra, cosido y encolado por sus extremidades y utilizado para transportar vino o aceite, tenía una capacidad aproximada de 16 litros, medidos en arrobas.

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