El pasado 11 de marzo, organicé conjuntamente con Lina López, directora de la Biblioteca de Sant Adrià del Besòs, Imma Boj, directora del MhiC, Montse Caro de Solidaritat de l’Ajuntament de Sant Adrià del Besòs y Dolors Ferrer de la plataforma ciudadana Stop Mare Mortum, una proyección solidaria de Fermentación Espontánea bajo el título “ La inmigración como hecho fundamental en la elaboración de vino”.
Cuatro mujeres que trabajan día a día por la integración, el respeto y la dignidad de todas las personas migrantes. Yo he querido aportar mi pequeño grano de arena con la intención de mover conciencias en torno a la importancia de éstas personas y la producción de vino, una realidad del campo, que no vemos o no queremos ver. La explotación la tenemos más cerca de lo que pensamos, y no pensamos en ella cuando adquirimos un producto barato, aunque, ¿barato para quién?, porque para muchos, puede salir muy caro. Recuerdo un caso en 2015 de explotación laboral en Italia que me hizo tomar conciencia de esa realidad que no queremos ver. Aquí la noticia.
En fin, volviendo a la proyección solidaria, al plantear la relación del vino y la inmigración, reflexioné acerca de la importancia de los movimientos migratorios y el vino, no únicamente del inmigrante como mano de obra temporal y barata en el campo, sino también de los emigrantes. Un caso cercano es el de los gallegos que emigraron a Argentina a finales del s.XIX y principios del XX para buscar un futuro mejor, huyendo del hambre, las presiones sociales y la pobreza (como sigue pasando). Se llevaban lo imprescindible para empezar una nueva vida, y entre sus pocas pertenencias, sobresalían unos sarmientos de su viña familiar. No en vano, la vid, es la única manera de llevarte una parte de tu tierra, de tu familia, de tu tradición y cultura, algo que te dará un fruto del que harás un vino que, al beberlo, te hará sentir como en casa. Es la manera literal de llevarte tus raíces para plantarlas de nuevo.
El día de la proyección en el Museu d’història de la immigració de Catalunya, nos acompañaron 4 productores y sus vinos para, como siempre, ayudar a que el acercamiento al movimiento del vino natural, fuera completo. Al acabar la proyección, cada uno de ellos compartió su experiencia con el vino y la inmigración. Sin ningún guión preparado, lo que allí dijeron, me llegó al corazón y me llevó a la reflexión. Le agradezco mucho que nos acompañaran con sus vinos y su cariño.
Quiero compartir aquí alguna de sus palabras para invitarte a tomar conciencia de que, si no fuera por esas personas que arriesgan su vida por tener un futuro, no tendríamos vino. Y piensa que cada uno de nosotros somos hijos/as, primos/as, hermanos/as, nietos/as… de éstos movimientos migratorios forzados.
Barbara Magugliani –Celler La Gutina–
Alt Empordà
“En nuestra zona, la inmigración es muy importante para el trabajo en el campo y en la viña, sólo hay que verlo en época de vendimia. A nosotros nos ayudan sobre todo familiares, pero son las grandes bodegas las que necesitan mayor mano de obra a precios baratos para ser competitivos.”
Nacho González –La Perdida–
Ourense
“En Galicia casi todos tenemos familia en Argentina, aquí hubo una época no muy lejana, en la que no se podía vivir. Mi experiencia personal en el vino, es una viña de sumoll que he encontrado y que los paisanos siempre llamaban la catalana. Son unas pocas cepas de un vecino de Larouco que de pequeño fue con su familia a Cataluña, y ya de mayor, cuando volvió, como recuerdo de su tierra de acogida, se trajo unas vides de sumoll, que ahora yo cuido y recojo para mi vino”.
Juan Pascual López Céspedes –Viña Enebro–
Murcia
“Respecto a la necesidad de la inmigración para poder tener vino, yo iría más allá, sin la inmigración tampoco podríamos comer. En la huerta murciana, la hora de trabajo se paga a 3€, calcular las horas que tienen que trabajar una persona para conseguir algo de dinero al mes y poder vivir. Mi familia también emigró de Alicante a Cataluña cuando yo era pequeño.”
Torcuato Huertas –Bodega Purulio–
El Marchal
“Yo recuerdo de pequeño haber cogido el tren con mis padres, como el que hay en el museo, con las maletas y los sacos de ropa. De cómo mi padre sacaba la navaja para cortar algo de pan y de jamón. Emigramos a la Camarga francesa para buscar trabajo en la viña. Se me han puesto los pelos de punta al ver las imágenes en el Sevillano.”
Para acabar, diré que me gusta el vino, pero sobre todo, me interesan las personas que lo hacen posible, todas y cada una de ellas, no únicamente las que firman las etiquetas. Me quedo con ganas de profundizar más en éste tema.