Está claro que Francia es el país del vino por excelencia, muchos son los que viven por y para el vino, las tiendas de vinos de París siempre tienen gente, hasta el taxista te da una lección de maridaje de vinos franceses de camino al aeropuerto y en la puerta de embarque el señor de mi lado está leyendo “Le fin des Terroires de Eugen Weber” (un estudio de la modernización rural en Francia) y para confirmar que mi vida está rodeada de vino y de gente del vino, la casualidad quiere que mi amigo Jordi Melendo no sólo vaya en el mismo vuelo que nosotras, sino que se siente ¡justo a mi lado! qué buena compañía de vuelta, hablando de su viaje a la Champagne, de sus amigos viticultores, de la importancia de la vida en el suelo de la viña… y precisamente esos suelos con vida son los que mejor reflejan el esfuerzo de muchos viticultores comprometidos y qué mejor sitio para probar su vino que el mítico restaurante Le Baratin, de la mano de Raquel y de Philipe, bien vale una escapada a París!
La historia empezó en 1987 cuando Raquel Carena, argentina de nacimiento, llegó a París.
Para ganarse la vida decidió abrir un pequeño bistro en el barrio de Belleville, distrito de París recuperado por inmigrantes a principio del s.XX, vivido por artistas alternativos en los años 80 y actualmente con una atractivo particular alejado de las rutas más turísticas.
Como ella misma nos cuenta, era uno bistro más, con tablas de quesos, embutidos y patés, correcto pero poco original. Con el tiempo algunos clientes de confianza le pedían algún plato diferente, más elaborado y Raquel, amante de sus 4m2 sin luz natural en los que se mueve como pez en el agua, empezó a arriesgarse y de manera autodidacta ha llegado a ofrecer una cocina única en París, con productos muy franceses, algún pescado del Cantábrico y con una cocina difícil de encontrar en el típico bistro parisino. Por cierto, en Le Baratin, snobismos… ¡ni los justos!
Martes 30 de mayo, nos dieron hora a las 22.00.
Eramos 6, bien apretados y bien avenidos, con ganas de dejarnos llevar por sus sugerencias; qué cómodo es que vayan sacando platos y que cada uno de ellos sea simplemente ¡buenísimo!. Compartimos los primeros: rodaballo y verduras marinadas, carpaccio de dorada royal con vinagre, escabeche de codorniz con nueces y pasas, sepia en su tinta (de éste repetimos), sesos de cordero pocheé con mantequilla,aguja de ternera cruda con anchoas del Cantábrico, molleja de ternera a la plancha «crustillant» con un sabor intenso y una textura gelatinosa… ¡rico rico!!!!
El recuerdo que tengo de la mesa es un sinfín demmmmmm, qué bueno, pásame el pan que rebaño, no, no te lo lleves, todavía queda un poco, prueba ya la dorada que se la comen los otros!… y al final, Raquel sentada con nosotros, disfrutando con una sonrisa de su copa de vino, de su momento de halagos y confesiones después de una jornada de trabajo de más 16 horas y más de 20 años, sigue transmitiendo toda la ilusión.
¡Ésto es pasión!
Qué decir de los vinos, mi principal motivo para ir a Le Baratin.
Philippe Pinoteau, pareja de Raquel, entro en juego en 2.ooo. Es una gran entendido y apasionado de los vinos naturales, esa noche coincidimos en la barra con François Morel redactor jefe de la también mítica revista Le Rouge et Le Blanc.
Me hubiese gustado pedirle a Philipe vinos de productores concretos, añadas curiosas, pequeñas joyas en bruto que seguro tiene en la bodega, dialogar una rato más con él, pero se trataba de disfrutar no sólo yo, así que también nos dejamos llevar. Para el aperitivo nos sorprendió con un espumoso de primera fermentación del Loire, método tradicional, del que no consigo recuperar el nombre de mi memoria, ya estaban disfrutando del vino en la mesa las primeras en llegar.
Con los entrantes disfrutamos de “Les Crais” 2009 de Domaine de Chassorney, un chardonnay decantado para que se expresara poco a poco, aunque no le dimos mucho tiempo!, acompañó perfectamente todos los platos, continuamos con una Gamay de Jean Foillard, Côte du Py 2011 en Morgon, frutoso, flores lilas, tenso y directo; acabamos con una maravillosa Chenin, Les Noëls de Montbenaud 2010 de Richard Leroy, un vino intenso, floral, notas de miel de acacia, mineral, elegante y sedoso con los que te emocionas de verdad!
Los vinos que nos sirvió Philippe fueron espectaculares, qué bien dejarnos guiar, eligió productores muy implicados con lo que hacen en la viña y en la bodega, admirados y seguidos por los amantes de vinos naturales franceses y del extranjero. Mis compañeros/as de mesa no suelen consumir vinos naturales, incluso pueden llegar a ser críticos y reticentes a probarlos….. creo que para ellos ¡ya no hay vuelta atrás!!!
Gracias Raquel, Philippe, resto del equipo y a mis compañeros de mesa, Ángela, Olivier, Anne, Sophie e Imma por seguirme ¡¡lo pasamos muy bien!!!
Le Baratin
3 Rue Jouye-Rouve
75020 París
+33 1 43 49 39 70