Estas últimas semanas he tenido un par de conversaciones respecto al polémico vino azul, que me han llevado a reflexionar sobre otras hipocresías.
“¿Cómo? ¿vino azul? ¡agh! A “eso” ¡no se le puede llamar vino!, el vino solamente es tinto, blanco o rosado.”
Es una lástima que vivamos un apalancamiento ideológico que nos impone que ciertos aspectos (los que interesan), solo puedan ser entendidos de una única manera y nos mantenga alejados y ciegos de la realidad de la industria del vino.
Tenemos tanto exceso de información, que no tenemos tiempo de averiguar y reflexionar, de preguntar y buscar respuestas. A pesar de esto, nos sentimos capacitados para criticar un hecho, una persona, una actitud, o lo que sea, por una simple imagen colgada en las rrss.
Los profesionales del mundo del vino que critican el vino azul, es que no tienen ni idea de la realidad de la industria del vino. Sí, el vino es un producto industrial, por lo tanto, las empresas harán todo lo posible por hacerse un hueco en el mercado del vino, y para eso, modificarán el producto mediante procesos enológicos para conseguir el gusto concreto del público/consumidor al que va dirigido. Muchas veces he oído «el gusto de los americanos, o alemanes, o ingleses… es tal cual». Es decir, que lo del gusto, la estética y el diseño, está muy, pero que muy estudiado.
Unos lo hacen mediante etiquetas y nombres que destaquen entre las cientos de botellas de un lineal del supermercado, otros, corrigen el color (y otras muchas cosas), y no únicamente en el caso del vino al que me refiero en el encabezado.
Por lo tanto, si queremos hacer un vino blanco que sea transparente como el agua, utilizaremos productos decolorantes. Si queremos hacer un vino sin alcohol, utilizaremos la columna de conos rotatorios (Spinning Cone Column) o la ósmosis inversa. Si queremos quitar color al vino tinto para que sea rosado, podremos hacerlo mediante centrifugación. Si queremos dar más color a los vinos tintos jóvenes, se puede añadir copigmentos.
Si queremos que tengan olor a madera, simplemente utilizaremos virutasde roble. Si queremos que tenga un aroma concreto, fermentaremos con levaduras que dan aroma a plátano. Si queremos prolongar el postgusto de un vino, utilizaremos polisacáridos. Si queremos que tenga más acidez, añadiremos tartárico. Si queremos rebajar el alcohol, podemos echar mano al agua… ¡Pero no! ¿un vino de color azul al que se le ha añadido antocianina? Por cierto, pigmento natural de la uva… ¡Eso nunca! eso no es vino.
Quién esté libre de tartárico, que tire la primera piedra.
En fin, invito a quien quiera a reflexionar sobre la hipocresía de lo que nos quieren vender, junto a la mentira de muchas contra etiquetas. Me parece mucho más honesto el vino azul, que muchos otros vinos industriales que nos cuentan historias que falsean la realidad.
Seguro que no tendremos que esperar mucho tiempo a que las grandes bodegas de éste país, que ya salen al mercado con una línea de vino natural, se sumen también al vino azul-color mar Mediterráneo de playa de arena blanca, por eso de “mediterráneamente”. Será esa misma industria, la que denunció a los creadores del vino azul en 2016.
Copio el link del video-artículo del diario El País en el que habla del vino azul y con el que me saltan chispas de indignación, mucho más que con el contenido de la noticia. Vamos a ver ¿a qué viene esa primera imagen de una mujer a la que le cae vino en la boca cómo si un tío se estuviera corriendo en su cara? ¡Uy lo que acabo de decir!
Sí queridos/as, harta de tanto machismo y tanta hipocresía.
Copio link (del que he sacado información y foto para éste post) en el que puedes encontrar mucha información de productos enológicos. ¡Navega y diviértete!.
Agrovin – empresa de productos destinados a la elaboración de vino.